Debo reconocer que no sólo me gustan los aviones, degustar un buen plato o compartir con mis hijos..., también me apasiona la FOTOGRAFÍA.
En este sentido decidí para este año adentrarme en este mundo de IMÁGENES que de alguna u otra manera, tienden a contrastar la visión del objetivo particular que cada uno tiene sobre las cosas.
En esta "primera entrega" he decidido dedicársela a mi ciudad natal, Caracas, y que mejor introducción a la que en otrora le hiciera el maestro "Billo" Frómeta a esta ciudad...
Para cantarte a ti puse al arpa todas las cuerdas de oro,
para cantarte a ti mi garganta recogió un ruiseñor;
para cantarte a ti mi Caracas le he pedido al poeta,
que le ponga a mi verso toda su inspiración
Y es que yo quiero tanto a mi Caracas,
que mientras viva no podré olvidar,
sus cerros, sus techos rojos, su lindo cielo,
las flores de mil colores de Galipán.
Y es que yo quiero tanto a mi Caracas,
que solo pido a dios cuando yo muera,
en vez de una oración sobre mi tumba
el ultimo compás de alma llanera"
Autor: Luis María Frómeta (Billo)
Caracas, ciudad de contrastes donde la pobreza se entremezcla "burdamente" con las mas específicas variedades de ostentación y riqueza; de "amigos inseparable; de tráfico "infernal"; de delincuencia "desbordada"; de "sacrificios" familiares; de empleos "decadentes"; de "políticos" y "politiquerías" que a su paso destruyen el futuro de sus ciudadanos; de verdes "por doquier"; en fin, una ciudad para dejarse llevar, disfrutarla sobreviviéndola, conocerla y por sobre todo..., aprendiéndola a querer.
Iniciamos este recorrido "en imágenes" capturadas por el lente "amateur" de este "ser humano cualquiera", quien tratará de darle vida y rienda suelta a esta suerte de exposición virtual expuesta en el museo mas afamado del mundo, la WEB.
Caracas en sus contrastes nos presenta una ciudad de muchos verdes, decorada por un manto "exclusivo" que le da su protector natural "El Avila", montaña que nos acobija, produce y regula su clima temperado de agradables 23° (cuando no se dispara a los 35° del verano).
Caracas pareciera a lo lejos una ciudad tímida e indefensa, pero en su corazón ruge una ciudad moderna, joven, agresiva y violenta.
Modernas estructuras desdicen del objetivo primario que las originaron, abandonadas (Poliedro de Caracas) o utilizadas para un fin distinto al planificado (Roca Tarpeya), dejadas a su suerte (Parque Central), ahogadas por la delincuencia (Centro Simón Bolivar) en fin un cúmulo de edificaciones que pudieron dar una imagen distinta a la ahora mostrada.
El Metro de Caracas con su rugir característico, se debate en una suerte de supervivencia debido a la agonía que le propina la escalada poblacional de la capital.
El teleférico de Caracas (antes Avila Mágica, ahora Waraira Repano) no escapa de la catástrofe y desidia en su gestión; literalmente un paseo para "pasar trabajo"
El Aeropuerto INTERNACIONAL de Maiquetia, como puerta de entrada a nuestro país, es uno de los ejemplos mas ajustados a realidad que podemos encontrar, mal trato de "nuestra gente" al viajero, mal estado y aspecto al comensal, horarios retrasados, sobreventa de voletos, "matraca y rosca" en las lineas de taxi; eso por nombrar algunos detalles.
El tráfico "Caraqueño" es una de esas particularidades a las que nos enfrentamos todos los días, exceptuando el 25 de diciembre y el 1ero de enero de cualquier año.
En un día cualquiera, "todas" las autopistas y principales avenidas de nuestra ciudad, se saturan con el ida y vuelta de nuestros vehículos, camiones, autobuses, carros por puestos, taxis y los motorizados.
"Colas" infernales nos envuelven en una espiral de "pérdida de tiempo" que van desde los 30 minutos para las distancias mas cortas de 5 a 7 kilómetros hasta las mas "rudas" que te pueden hacer perder entre 90 y 120 minutos para distancias largas de 20 a los 50 kilómetros; a veces me pregunto, ¿qué clase de vida es esta, donde desperdiciamos un 8% de nuestro día (24 horas) en una cola?
Pero el problema va mas allá; un urbanismo "desmesurado" y sin control ha convertido a nuestra ciudad en un cúmulo de centros comerciales, residenciales, bancarios, financieros y de oficinas, sin la debida planificación del impacto que representa el tráfico asociado a estos recintos de Acero y Concreto, si, muchos puestos de trabajo pero pocos puestos de estacionamiento. "craso" error.
Nuestro tráfico es emblemático en el mundo y si a eso le sumamos el riesgo que representa estar en una cola con un sinfín de motorizados abusando en las vías, más la delincuencia desbordada, el "cóctel" de riesgo es algo abrumador al pensamiento; demasiados cuentos de autopista, demasiados testigos, demasiados afectados, demasiados muertos..., hay que hacer algo.
Pero no todo es tan malo o preocupante, Caracas ofrece a sus "coterráneos" una diversidad (limitada) de lugares y distracciones que perfectamente compiten con el mercado mundial de atracciones.
Bares, tascas, restaurantes, centro comerciales, ofrecen sus mas variadas pintas para atraer "usuarios" que disfruten la calidez de una estancia "perfecta"; restaurantes de carnes de primera, tascas con diversidad de tragos o sencillamente para tomarse una cervecita, centros comerciales con el "glamour" esperado, dan a su clientela un aire de esperanza y bonanza aferrados a esta economía del 8,50. Vidrieras espectaculares versus bolsillos depauperados.
Expresiones religiosas por doquier, católicos, evangélicos, musulmanes, judíos, budistas, mormones entre otras hacen vida en nuestra capital, sin menosprecio del uno por el otro y manteniendo "un respeto" discreto entre ellos.
No obstante a este abanico de opciones y peligros, no existen amplias opciones para los mas chicos de la casa; las opciones que Caracas ofrece se limitan a: ir al cine; subir al Avila (en cualquier modalidad); pasear un rato por algún parque (Francisco de Miranda antiguo del este; Expanzoo; El Pinar) quienes ofrecen alternativas siempre y cuando el patrocinio les permita alargar la vida de estos por falta de mantenimiento.
Esta es nuestra Caracas, contrastes por doquier y a la que nos aferramos con un fanatismo a aquellos a los que la aprendimos a querer y a sobrevivirla.
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